jueves, 9 de mayo de 2013

LA SOBERANÍA DEL LIBRO DE TEXTO TIENE LOS DÍAS CONTADOS (10, 9, 8…)


Los libros de texto como herramienta se hacen útiles en una determinada parcela de conocimiento y con respecto a unos determinados usos metodológicos. El principal error de nuestro sistema educativo, que se ha venido perpetuando desde hace décadas, es centrar la educación en el libro de texto como la única y más deseada herramienta de aprendizaje. Es más, en un único libro de texto que ha de poseer todo el alumnado de un curso determinado, independientemente de sus intereses, inquietudes, madurez, relaciones, contexto, etc.
Esto, evidentemente causa estragos en los resultados referentes al aprendizaje del alumnado que se limita a conocer el mundo de una manera dogmática, mediatizada, uniformada, con altas dosis de memorización mecánica y pasividad ante metodologías autoritarias que anulan toda particularidad, actitud crítica, colaborativa, investigadora o pragmática; redundando así en una apatía generalizada por aprender (que se desarrolla en las escuelas, matando de a poco la curiosidad natural de toda persona)
Este modelo de enseñanza, que traslada el modelo de fabricación en cadena de las factorías, produce alumnado uniformemente infeliz.

Sin embargo este modelo no es exigido (aún) por el sistema educativo (qué sí fomentado e incluso inducido), pero en los y las maestras de hoy en día, incluso en quienes nos estamos formando para serlo, no observamos ninguna
inquietud, duda o interés por buscar vías alternativas al “gran dictador” de clases y aprendizajes.
Es muy fácil decir, es incluso un lugar común y queda bien: Lo ideal para un aprendizaje significativo, holístico, crítico, autónomo y en constante formación y enriquecimiento, es la utilización de los múltiples recursos a nuestra disposición en función de las necesidades del alumnado y las características de los contenidos a enseñar.
Pero, si rascamos un poquito, veremos que sigue subyaciendo un uso preponderante de un único libro de texto.
Nosotras consideramos, que en tanto que referente único, el libro de texto no ha de ser utilizado. Y por tanto, no se hará necesario (salvo excepciones) la multiplicación de un mismo libro más allá de dos o tres veces.
Pero el peligro va más allá del uso de libros de texto como referentes únicos. Y es que, a nuestro parecer, se pueden utilizar otros materiales didácticos que caigan en la misma práctica dogmática y de camino único si no nos preocupamos de la diversidad del alumnado, su contexto e intereses.
Así, podemos trabajar por fotocopias y ser igualmente estrictas/os, o por proyectos, o con nuevas tecnologías… y no dar ni un paso más allá en la creación de nuevas perspectivas metodológicas.
Por ello, y tal como se comentaba en el fragmento de la educación 2.0., no se trata de una mera sustitución de los libros de texto por ordenadores o de pizarras por pizarras digitales. Requiere un giro metodológico importante.
Y nos atrevemos a subrayar que ese giro metodológico, pedagógico es radicalmente más importante que si éste es acompañado finalmente del uso de las TIC (que se trataría obviamente de un apoyo más).
En consecuencia, una clase en que el alumnado se sienta libre de proponer, discutir, investigar, intentar, probar, colaborar, usar diferentes fuentes, etc. con dinámicas que favorezcan un aprendizaje constructivo es quizá el paso requerido más importante para realizar definitivos cambios en la educación y su sistema. Sin duda las TIC serían una fuente más de la que nutrirse, pero no entrañan por si mismas esta revolución copernicana que intuimos imprescindible.

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